jueves, 17 de diciembre de 2009

Capítulo de Sweezy

La semana pasada nos repartimos los capítulos, y después lo pusimos en común en el grupo.¡Todo esto lo hicimos a escondidas del blog, así es que parece que no hayamos hecho nada! Por eso, voy a colgar mi resumen del capítulo que me tocó en gracia, y con el que pude transmitir a mis compañeros lo que había leido.

Un saludo

Pedro

El problema del valor cuantitativo

Los seres humanos tenemos necesidades básicas que deben ser satisfechas para seguir viviendo. La sociedad produce un trabajo total, y cada necesidad requiere una proporción que no puede ser cambiada por “la forma particular” de la producción. Cada una exige un volumen “distinto y cuantitativamente determinado”. Lo que si cambia históricamente es la forma en que estas leyes operan: si hay intercambio privado, la forma será “el valor de cambio de estos productos”.

el estudio del valor de cambio es el comienzo de la ciencia económica, y no su objetivo último.

Análisis de la relación entre las proporciones por las que cambian unas mercancías por otras y la fuerza de trabajo total de la sociedad (medida en horas)

MARX (p53) : si 2 bienes requieren = proporción de trabajo, entonces valen lo mismo (1 por1)
si el trabajador es más perezoso, la mercancía no vale más; hablamos del tiempo “socialmente necesario”
  • El trabajo calificado sí aumenta el valor: es como trabajo simple (o medio) multiplicado. Pero no podemos saber por el valor del producto qué tipo de trabajo lo produjo, sino que se averigua así:
  1. Diferencias de habilidad natural: se presupone que esto se manifiesta en cualquier puesto igual, así es que los pones a trabajar en lo mismo, y ves cuál es más hábil.
  2. Diferencias de entrenamiento: el trabajador cualificado está empleando su trabajo + (indirectamente) el de sus maestros. Se “mide” el valor de su entrenamiento, y ya está.
Cuando se trate de una combinación de ambos, tampoco hay problema para medir: se descompone.

(p55)Críticas: contra la constancia de la habilidad natural: ¡yo soy mejor en unas cosas que en otras de forma natural! Sweezy defiende que esto sólo vale para matemáticos, cantantes de ópera... no para trabajos obreros.

Para simplificar, desde aquí todo el trabajo se considerará simple (puesto que se puede descomponer el calificado en una proporción del simple). No sería legitimo abstraer así para otros temas. Aquí sí.


2EL PAPEL DE LA COMPETENCIA

la teoría de la oferta y la demanda es integrada implícitamente por las Teorías basadas en el trabajo, aunque luego digan no aceptarla:
Aceptan que, ,en sociedades primarias, si cazar un castor cuesta 1 día, y un ciervo 2, el ciervo valdrá el doble, y sería una situación estable....Pero¿Por qué? Porque si valieran igual, nadie cazaría ciervos... (A.Smith) Esto presupone que: 1, los cazadores están dispuestos a cambiar de presa. 2, que no hay barreras que se lo impida. Es decir, libre competencia, que permite que oferta y demanda estén equilibradas.

3EL PAPEL DE LA DEMANDA

A Marx se le acusa en falso haberse olvidado de la demanda; consideraba que “el valor de uso” es factor determinante de la cantidad de trabajo social que se debe emplear para cada cosa. No todo es igual de útil; hay necesidades más prioritarias que otras, lo que da distintas “intensidades relativas” de la demanda.

Pero Marx lo desdeña, no hace teoría de la opción de los consumidores porque..: 1) en el capt la demanda no depende tanto de las necesidades como de la distribución de los ingresos (reflejo de las
relaciones de producción. 2), salvo las básicas, considera al resto de necesidades como elementos dependientes del movimiento de la sociedad (“su existencia social determina su conciencia”). Los productores influyen profundamente en los gustos de los que demandan.

4 “LEY DEL VALOR” vs. “PRINCIPIO DE PLANEACIÓN”

La ley del valor resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías intercambiadas para satisfacer necesidades, y que regulan: las proporciones del cambio de mercancias; la cantidad producida de cada una; la asignación de fuerza de trabajo a cada rama de la producción.

Esto implica un orden, frente al caos que pueda parecer que hay en el mercado; aunque no esté centralizado y coordinado. Pero si hay planeación, ésta sustituye a la ley del valor en su lugar central, perdiendo su pertinencia e importancia. Son tan opuestas como capitalismo y socialismo.

5 EL VALOR Y EL PRECIO DE PRODUCCIÓN

El precio es la expresión monetaria del valor. Pero los “precios de producción” son modificaciones de los valores; las diferencias entre los “precios de producción” y los valores son resultado de algunos rasgos del capitalismo. (capt VII). Las desviaciones no son arbitrarias; responden a reglas.

6. PRECIO DE MONOPOLIO

Monopolio dificulta el funcionamiento de la ley del valor. El que oferta puede aprovecharse de las condiciones de la demanda; el precio y la cantidad producidas serán diferentes de una situación de competencia; pero estas diferencias no están sometidas a reglas generales

Aunque el monopolio afecte a las relaciones de valor cuantitativo, no afecta a las de cualitativo: no altera las condiciones sociales básicas de producción. Y tampoco nos impide medir cuanto “trabajo congelado” supone cada mercancía o conjunto de mercancias.

¿Sólo el hombre genera valor?

Esta entrada va vinculada a la anterior, pero por organizarme prefiero separarla. Hablaba allí del valor de lo no material; aquí del valor de lo que no es el trabajo del hombre.

Sin duda alguna, la llamada valiente de Marx para poner al hombre en el centro se engloba en un acto revolucionario: aquél que llevó acabo la Ilustración para la revalorización de un Ser Humano que durante tanto tiempo habia sido marginado como el vil gusano que no merecía ningún paraíso. De esta forma, en la teoría económica marxista se reivindica que nada añade valor si no es el trabajo del hombre. Es un tema que roza lo filosófico, y que me ha tenido la cabeza ocupada algún tiempo.

en el caso de la tecnología, me parece muy claro: es el hombre el que la desarrolla; ésta no existe de forma independiente. Por tanto, el valor añadido que una idea produzca -ya sea directamente o a través de su plasmación en una maquina- debe ser atribuida al hombre -entendido, además, como ser social-, no a la tecnología como tal. Sin embargo, al pensar en las materias primas, la cosa se me complicó.

Para salir del atolladero, recurrí al ejemplo concreto. ¿existe algo en el mundo que sea util al ser humano y que no produzca el ser humano? En seguida me vino a la cabeza "el oxígeno". Es decir, los recursos naturales que consumimos directamente, sin "trabajo" añadido. Ellos tienen un valor "original". ¿Es este valor dependiente de la acción del hombre, que lo recoje y da sentido? No lo parece...pero claro, el oxígeno no es un elemento económico. Probemos con el agua. ¿El agua en sí misma tiene un valor? sí...ahora bien, ¿cómo de legítimo sería pasar ese valor al precio? Desde mi mentalidad humanista no puedo evitar pensar: el agua es de todos los seres humanos de la Tierra. Por eso, no puede venderse como tal. Podrás cobrar la canalización, la administración que vigila su calidad o su embotellado. Pero no será legítimo cobrar su valor. ¡Esto no quiere decir que no lo tenga! ¡claro que lo tiene! Y si cuando les vendamos el agua a seres de otra galaxia, se lo cobramos. Pero entre "nosotros", no. Ahora, claro...¡que el problema está en defincir ese nosotros!

Materialismo contra idealismo y mi madre

Hace una semana en clase saltó el debate. Estábamos comentando los capítulos de Sweezy cuando algosnas voces discreparon con la postura de que los servicios no aporten nada sustancial a la economía; que no aporten valor.

Por un lado, es cierto que primero hay que comer para después poder pensar. Esta es la famosa pirámide de necesidades que el hombre debe cubrir. Parece lógico que podemos sobrevivir más tiempo sin recursos simbólicos que sin agua. Sin embargo, a largo plazo esto es mucho más cuestionable.

El hecho lo tenemos muy cerca: en nuestras sociedades occidentales avanzadas, donde pasar hambre es casi difícil, muchos ciudadanos vivimos "en un sin vivir". Nos agobiamos con falsos problemas, nos hallamos perdidos para definir nuestro yo y para proyectarlo hacia el futuro. Dios ya no da ninguna respuesta satisfactoria, y la Modernidad agota sus promesas de crecimiento infinito y felicidad por la via del conocimiento científico. En definitiva, la ciencia avanza, pero no somos más felices. Y aquí podríamos hablar de tantas formas de suicidio que nos rodean: desde las que pasan por el filo de un cuchillo, a las que ponen de excusa al alcohol y el volante para disimular un profundo desdén hacia la vida; hacia la propia y hacia la ajena.

Los recursos simbólicos, por tanto, son tan importantes para la vida como los materiales. Pero, ¿producen valor económico? Mi respuesta es que sí. Un buen profesor puede transmitir (con colaboración de sus alumnos) valor al futuro producto de sus alumnos. Pero, es más, un libro profundo y difundido es capaz de alimentar las más diversas actividades. Hay valores, por otro lado, que no son cuantificables ni acumulables, y que por tanto quedan a la sombra en las teorías materialistas más cientifistas. Por ejemplo, que mi madre cocine y limpie todos los días: su trabajo me permite a mí salir del hogar y reflexionar como lo estoy haciendo ahora. Pero es que mujeres como ellas -y pocos hombres, esperemos que cada vez más y compatible con el trabajo extramuros- son las que elevan la esperanza de vida de este país hasta límites inalcanzables para otros. ¡Nuestras casas están limpias y nuestra comida no es prefabricada! ¿No ayuda a la productividad de una economía que sus trabajadores estén sanos? ¿No añade entonces mi madre valor a través de la repetición de sus tareas interminables?

Pero, además, ¿no producimos mejor si el tendero de la esquina nos sonríe al vendernos el pan y nos pregunta por la familia? Y, para rizar el rizo: ¿No se supone que la economía está para pensar en cómo satisfacer las necesidades del hombre en un contexto de escasez? ¿y no son esas escaseces subjetivas? Quizás entonces deberíamos recurrir un poco al budismo la próxima vez que hablemos de la importancia de lo no material en la vida social.