Llevo unas semanitas complicadillas y bastante improductivas para fuera (bastante productivas para dentro, por otro lado...)...pero estamos de vuelta!
No me sorprende no haber hecho aún el resumen de la tercera lectura...es bastante más dura que las anteriores: por un lado, volvemos a tener el mismo problema de los niveles de discurso, pues es un autor hablando de otro, lo que al entrar en mi foro interno genera un diálogo de besugos en compañía de mi yo y sus adláteres. Por otro lado, el texto alcanza unos niveles de abstracción que debería complementar con bajadas a la realidad que lo hicieran más comprensible.
Como vimos en clase, el texto habla de las concepciones del mundo, de esos entramados de sentido que aplicamos a todo lo que llega a nuestra percepción. Son marcos en su mayoría "implicitos, inconscientes en el sujeto que obra o reacciona", y que guardan relación con la sociedad en la que estamos imbricados sin remedio, con su cultura. Una vez hecho esto, el autor renuncia -no de forma gratuita- al análisis de los aspectos no formales de esos entramados, aunque para ello primero reconoce su existencia, y justifica esta renuncia diciendo que "para el estudio de las relaciones entre concepción del mundo y ciencia positiva (...) basta (...) con atender a los aspectos formales". Quizás en este punto pudieramos decir que el autor cae en cierta contradicción: ¿Cómo puede bastar con los aspectos "formales", sin ver las motivaciones profundas o "efectivas" de estos? ¿No será más bien una forma de escapismo para salvar algo de la "objetividad" que, sin embargo, criticará más adelante?
Acto seguido, se nos presenta el fracaso de la filosofía al intentar convertir la concepción del mundo en "un saber, conocimiento real de mundo, con la misma positividad que el de la ciencia".Se caracteriza a la ciencia como: intersubjetiva y capaz de "posibilitar previsiones exactas" al coste de manejar conceptos que nos alejan de la complejidad del mundo real. Estoy de acuerdo en que los conceptos pueden alejarnos en cierto sentido, pero: ¿No nos estaremos acercando a la realidad cuando somos de hecho capaces de predecir? Es cierto que desde una perspectiva, desde nuestros "marcos",.. pero, al fin y al cabo, la realidad es tozuda: si nos tiramos desde un quinto piso, caemos sin remedio. Esa previsión es muy real.
Para terminar el apartado, se dibujan algunas relaciones entre ciencia y concepción del mundo. Y es que una influye en la otra. Por esto mismo, "una concepción del mundo que tome la ciencia como único cuerpo de conocimiento real se encuentra visiblemente (...) por delante y por detrás de la investigación positiva": se quedará sin la inspiración de la visión del mundo, y a la vez la visión del mundo "intentará construirse con la marcha y los resultado de la investigación positiva".
A partir de aquí, se habla de la concepción Marxista del mundo, que quiere ser "explícita". Pero para ello requiere la "liberación de la práctica"; es decir, la liberación material: la propiedad común de los medios de producción. La concepción del mundo así pensada no sería "un sistema superior a la ciencia, sino un nivel del pensamiento científico", en el que se encuadrarían las motivaciones de esta, como el "inmanentismo". Cabe hacer una crítica a este inmanentismo desde un ejemplo concreto: el de Max Weber. Weber es un racionalista que intenta buscar el sentido del mundo, sus causas, en el mundo mismo. Sin embargo, esto le lleva a un "relativismo" que deja desnuda la misma pretensión de hacer ciencia. Esto ocurre puesto que, por un lado, nos da las guías para hacer ciencia -lealtad a la realidad, etc- mientras por el otro nos quita todo sustento que pudiera hacer de estas reglas algo inapelable. Weber deja todo abierto al devenir de la historia, que hará cambiar todo -los conceptos, concepciones y motivaciones- según el viento de los tiempos. No se atreve a decir que hay una justificación más allá del mundo para su rigor y su trabajo que no se justifica en este mundo, sino en lo que desconocemos: en nuestro subconsciente, en nuestra muerte, en lo que está fuera de la cueva platónica y de lo que sólo vemos las sombras. Por el contrario, nos deja solos en un mundo en el que los alumnos deben saber más que el maestro por el mero hecho de ser "más nuevos", donde por tanto no cabe decir que nada está bien o mal.
El marxismo -como Weber mismo criticó- da un paso más e identifica lo inmanente con lo material: con lo visible. No puede negar la existencia de las ideas, pero las somete como efecto del sistema de producción. Este materialismo se une a la dialéctica para conformar "los dos principios fundamentales de (...) la concepción comunista del mundo". Debemos reconocer que para hacer ciencia tenemos que perder parte de lo real por el camino, que tenemos que abstraer y subrayar unos aspectos a costa de otros, haciendo tipos ideales y, con ellos, mapas. La dialéctica se postula como solución definitiva a este problema, recuperando "lo concreto sin hacer intervenir más datos que los materialistas del análisis deductivo". Personalmente, considero esto con tan poco sentido como hacer una tortilla de patatas y después esperar de ella que surja un pollito y una mata patatera...
lunes, 23 de noviembre de 2009
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